miércoles, noviembre 22, 2006

Soy de las que piensan que para traer un hijo al mundo hace falta no solo quererlo, sino estar preparado para lo que “querer” implica. La semana pasada nació mi ahijado rechazado... Por suerte (a falta de encontrar un término mejor y más políticamente correcto) los tatas no se lo tomaron demasiado a pecho. De hecho, se quedaron agradecidos con solo que sacara a colación la nula atención que mi esposo le ha dado a otra chiquilla que es hija de un amigo suyo de la que es padrino. Fue la única ocasión en que me provocó pegarle un beso por tener tan pésimo antecedente de la clase de padrino –y, por lo tanto, de padre- que puede llegar a ser. Ni siquiera se molesta en recordar los cumpleaños de sus ahijados, y si yo no se lo recrimino, jamás se acordaría de que es padrino de un niño que anda por el mundo preguntándose quién putas sustituirá a sus padres en caso de que estos ya no estén para darle sustento y amor. Da risa imaginar a este tipo gruñón y amargado –al igual que yo, course ^^’- que es mi marido, haciéndose cargo de un niño ajeno. Ello solo confirma lo poco preparados que estamos para comprarnos semejante responsabilidad, y mucho menos para pedirle algo semejante a la cigüeña... De hecho, ni siquiera sabemos si alguna vez llegaremos a estarlo... O siquiera, si algún día vamos a estar cerca de desear apenas tener uno, pero el tema ni siquiera nos quita el sueño a pesar del bombardeo de influencias/críticas externas. Si hay algo claro en nuestra particular relación, es que no nos casamos para joderle la cabeza a un bebé con tanta cosa que nos falta aún por resolver en nuestra propia vida personal.

En primeras, algo básico: ¿A quién en su sano juicio se le ocurriría traer un ser humano a este mundo despiadado y puerco? Muy pocos padres piensan en esto antes, y a como yo lo veo, el deseo de ser padre sin considerar el ambiente en que crecerá un niño, solo puede provenir de sentimientos mezquinos y netamente egoístas. Cómo es que hay gentes cuya primordial meta en la vida es llegar a ser padre alguna vez, sin apenas considerar si tienen la capacidad económica, mental y emocional de traer a la vida a otro ser humano, cuando apenas si se pueden mantener en pie a sí mismos?

Qué clase de personas llegarán a ser las que crezcan en un ambiente que desde un inicio no reunía las condiciones mínimas para brindar educación, alimentación, y todo lo que una persona promedio requiere para desarrollarse sanamente?

Será que el deseo de ser padre es naturalmente tan poderoso, que yo simplemente no lo puedo entender... Yo, que sencillamente nací carente de ese sexto sentido materno que anida en el interior de toda mujer, pero no necesariamente dentro de todo hombre. O talvez sea otra cosa, no sé.
Desde los 11 años para mí fue evidente que lo mío no era la maternidad... O al menos, tenía claro que no sería esa una meta importante en mi vida de adulta. Cómo algo que puede ser tan claro para un niño, puede ser tan turbio para un adulto?

Tener niños a diestra y siniestra es lo que ha labrado la pudre de nuestra sociedad. Cuántas familias son realmente competentes para criar a sus hijos? Considero que los que sí lo son, constituyen la excepción. El resto simplemente se lo toma a la ligera y punto. No faltará quien se indigne al leer, pero a mí me gustaría que quien lo haga me explique antes porqué un niño tiene que venir al mundo a soportar, aparte de los graves conflictos metales de sus padres, pobreza extrema, hambre, ignorancia, delincuencia... Y entonces, alguien saltará a argumentar que, entonces, por miedo a ser dañados no moveríamos un dedo y no haríamos nada de nuestras vidas. Pero yo replicaría, diciendo, que ya que nuestros padres nos pusieron en este camino, sería una actitud vengativa por nuestra parte el desear traer al mundo a un tercero, que es inocente y que no tiene ni vela en el entierro, a pesar de las cuantiosas carencias de las cuales será objeto. Yo no veo porqué otros tengan que venir a pagar nuestras mierdas, si hemos demostrado tanta incapacidad para controlar siquiera cuántos niños queremos tener.

Un padre que al preguntarle sobre la primera noche que tuvieron a su primogénito en casa y se deje decir -aunque sea de broma- que: “Fue tan terrible que llegué a un punto en que por poco le digo a mi esposa que me largaba y que me llamara cuando el niño cumpliera 5 años ”, no vale una peseta como papá. Esta expresión por sí sola se me hizo, por una lado chocante, y por otra INACEPTABLE, proviniendo de una persona cuyo deseo por llegar a ser padre raya en obsesión.

Con esa expresión ha dejado en evidencia que no está preparado para la responsabilidad que implica el "yo quiero", y que talvez este pobre niño ha venido al mundo para celebrar el cumplimiento de un simple capricho.
Escupido por Dryadeh a las 1:34 p.m. | 24 comments